Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero muchas veces miramos por tanto tiempo y con tanto pesar a la puerta cerrada, que no vemos la puerta que se nos ha abierto
Graham Bell
Hace unas semanas hacía un post sobre los balcones y como el confinamiento nos había hecho redescubrir su capacidad para acercarnos a un trocito del mundo exterior. Ahora que ya todos somos (más o menos) libres de movernos por las ciudades, vuelven a tomar protagonismo las puertas y portales donde iniciamos nuestros caminos, las persianas de tiendas y restaurantes que se vuelven a abrir, las verjas que saltamos para empezar a explorar de nuevo… con todos los dobles sentidos que queráis imaginar.
En todas las ciudades esas puertas, portales y persianas forman muchas veces parte de la Historia de sus habitantes (por los tiempos en los que se construyeron, por las historias que vivieron, por los carpinteros/decoradores que las crearon, etc.), pero también se han convertido, queriendo o sin querer, en parte de un museo urbano. En este post recojo algunos ejemplos que me parecen interesantes en mis paseos por Poblenou.