“¿De verdad es una mejora tener un ejército de esbirros deambulando por la ciudad satisfaciendo los impulsivos deseos de esta sociedad enferma?” se pregunta Carlos Vera, repartidor a domicilio en bicicleta, en el magnífico corto de Pau Rodilla ‘Hello, goodnight’.

Debe serlo, puesto que ciertamente la entrega a domicilio (o en un punto cercano) de todo tipo de productos o, incluso, la prestación de todo tipo de servicios en casa, conjuntamente con el ofrecimiento de los mismos en Internet a todas horas, todos los días, desde cualquier parte y en condiciones económicas (a veces más) que interesantes, ha provocado una auténtica revolución.

En no más de 120 minutos, una compra completa en Internet de productos culturales o tecnológicos (vía FNAC) o de alimentación (vía Corte Inglés o Amazon)  puede ser entregada en casa o en el lugar de trabajo. Y en mucho menos tiempo pude llegar la comida o la cena. Pero no solo la comida “a domicilio” que tradicionalmente copaban pizzerías y algunas cadenas de comida rápida, sino también cualquier clase de comida ofrecida por todo tipo de restaurantes (por ejemplo, vía Just Eat o Deliveroo). De hecho, incluso un desayuno de fin de semana tan tradicional como un chocolate con churros puede ser entregado recién hecho en casa, evitando así tener que levantarse temprano para irlo a buscar (como es con el caso de tuschurritos.com).

Muebles, consumibles informáticos, flores (por supuesto), y un sinfín de productos son aptos para ser entregados a domicilio en poco tiempo, no solo mediante furgonetas, motos o bicicletas, sino incluso mediante patinetes eléctricos y, en un futuro próximo, seguramente mediante drones.

¿Cómo se comporta cada uno de estos segmentos? Esto lo analizamos, junto a Daniel Vidal, en el artículo «Rápido y cómodo: la compra online y redifinición de la última milla» publicado en el número 541 de la revista Catalunya Económica, que pueden recuperar en su web.