He llegado a casa entera. Seguramente he sido de las afortunadas que no ha tenido problemas con el transporte público, ni lleva coche que no ha podido mover, ni se ha quedado sitiada en ningún sitio, ni ha sufrido cortes de luz. Sólo se ha mojado un poco y ha estado a punto de caerse de una manera muy cómica cuando intentaba llegar al metro después de trabajar. Pero al final ni tan sólo eso. Por eso tal vez se siente tan contenta de que hoy haya nevado. Porque es una experiencia que no había pensado nunca vivir en la capital catalana y que sólo recuerda, vagamente, que pasara una vez en Girona (según han dicho los informativos, en realidad hacía 25 años que no nevaba con esta intensidad en esta ciudad).
En fin, que ha disfrutado como una niña… ¡lástima no haber podido salir al patio a jugar!