El momento de repensar la colaboración público-privada

The Innovation Imperative in the Public Sector’, informe publicado por la OCDE, llamaba en 2015 a desarrollar una agenda política en la que el sector público fomentara y produjera innovación. Para ello, proponía un marco de acción que incluyera cuatro claves:

  • Capital humano: los gobiernos deben invertir en capacidades y habilidades de los servidores públicos como catalizadores de la innovación.
  • Conocimiento: los gobiernos deben facilitar el libro flujo de información y evidencia empírica, con el objetivo de generar inteligencia institucional.
  • Colaboración público-privada: el gobierno debe generar espacios de gobernanza colaborativa avanzando en nuevas estructuras organizacionales y aprovechando las sinergias de ambos sectores para aumentar las herramientas y recursos, compartir riesgos y trabajar conjuntamente por la innovación.
  • Reforma administrativa: el gobierno debe asegurar que las normas y los procesos internos estén equilibrados, fomentando la innovación y no entorpeciéndola.

Ahora, cinco años después, esa reforma del sector público y, sobre todo, ese punto tres que destaca la colaboración público-privada, es más necesaria que nunca. En medio de la crisis provocada por el Covid-19, que nos ha azotado desde los frentes sanitario, económico y social, ha puesto de manifiesto la relevancia de ese trabajo conjunto entre los entes públicos, las empresas privadas y las entidades sociales, la necesidad de ser más ágiles en la resolución de los problemas que se presentan y el papel clave que puede jugar la tecnología en dar respuesta a esos retos.

En este sentido, todos tenemos aún en mente la movilización de la red industrial española desde las primeras semanas en las que explosionaba la pandemia en nuestro país: SEAT, que con la producción de coches paralizada puso sus recursos para la fabricación de respiradores de emergencia, en una acción colaborativa entre la gran empresa automovilística, la startup Protofy.XYZ, varios hospitales del área de Barcelona y la Agencia Española del Medicamento y los Productos Sanitarios; el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona, HP y Leitat, junto a CatSalut, a través del Consorcio Sanitario de Terrassa y el Hospital Parc Taulí de Sabadell, con la colaboración de empresas como Cellnex Telecom, también desarrollaron un respirador que en apenas unas semanas se puso a disposición de los hospitales y permitió ayudar a los enfermos en las UCI; Inditex, que puso toda su capacidad logística a disposición del Gobierno para movilizar material sanitario desde diferentes países… Y así un largo etcétera.

¿Qué hizo posible esas alianzas y ese desarrollo tan rápido de soluciones para las problemáticas provocadas por el coronavirus?

Sobre esto hablamos en el último artículo que Daniel Vidal y yo publicamos en el número 553 de la revista Catalunya Económica. Puedes leerlo completo en su web.

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