Hace tan solo seis meses que me instalé en el barrio, pero ya me quedé completamente enamorada de él. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, como todos los lugares del mundo, Poblenou tiene una combinación extraña de tradición y modernidad, de naves industriales de otra época y de rascacielos que quieren su propio protagonismo, de vecinos de toda la vida y gente de paso, de familias que añoran la tranquilidad del barrio de la periferia y de turistas que buscan la cercanía al mar…
De pasado, de futuro y, sobre todo, de presente. Porque si algo tiene Poblenou es Historia e historias que contar. Y ahí es donde empieza esta serie sobre «Costumbrismo y verticalidad«, un intento (muy, muy modesto) de captar los contrastes entre las calles (y sus edificios) y la gente que las transita.
Un espacio para que me acompañéis en el descubrimiento personal de mi nuevo barrio.