En la sociedad actual las necesidades sanitarias crecen exponencialmente, tanto por el aumento de la población como por las maravillosas innovaciones médicas y farmacológicas (no siempre baratas) que permiten mejores tratamientos a un número cada vez mayor de dolencias y enfermedades.
Como contrapartida, tal despliegue sanitario implica un coste económico que no es sencillo de asumir. Por ello, es objeto recurrente de ataques por determinados operadores y poderes públicos en forma de recortes o limitaciones o condiciones en su aplicación, sufriendo las consecuencias no solo los pacientes (que lo somos todos) sino también sus profesionales (sometidos a muchos sacrificios y carencias, así como a injustos reproches por parte de sus pacientes).
Afortunadamente, existen algunas vías de solución o de minimización de dicho problema. En este contexto la innovación, no solo tecnológica, sino también metodológica e incluso de negocio, supone una gran aportación, pues algunos planteamientos disruptivos en materia sanitaria empiezan a ofrecer unos resultados y ahorros francamente alentadores.
Así empezábamos Daniel Vidal y una servidora el artículo «Innovación en Salud. ‘Mens Sana In Corpore Sano» para Cat. Económica, que puedes recuperar en este pdf o en el número 539 de la revista en papel.