Un poco tarde, pero recupero aquí el penúltimo artículo publicado en Catalunya Económica junto a Daniel Vidal en el que hablamos de la nueva RSC y la necesidad de plantear un enfoque de valor compartido empresa-cliente que reconecte el éxito de la compañía con el progreso social.
De esta manera, después de presentar una definición más o menos estándar, vemos que “la RSC no es un concepto estático, sino que evoluciona, o debería evolucionar, al mismo ritmo que lo hacen las empresas y la sociedad”. Y en este contexto, “observamos como en la actualidad, la RSC deja de ser una “moda” con la que conseguir ciertas ventajas competitivas, o una vía poco relacionada con sus resultados para “tapar” una mala gestión de sus operaciones, para convertirse en una nueva actitud empresarial, integrada en la misión y la estrategia de la compañía y convertida en filosofía de gestión que abarca toda la cadena de valor, desde los proveedores hasta el consumidor final”.
“En un entorno globalizado como el de hoy en día, supone que las firmas que funcionan ofreciendo productos con el menor impacto medioambiental posible, colaborando en campañas solidarias, y en un entorno laboral óptimo, con empleados satisfechos, que se sientan identificados con la marca, etc., son mejor valoradas por el consumidor final”.
Y esto toma vital importancia si tenemos en cuenta datos como los que presenta el “estudio de Havas Media, ‘Meaningful Brands for a Sustainable Future’, en el que asegura que a la mayoría de las personas no les importaría si el 70% de las marcas dejara de existir. ¿Cómo darle la vuelta a esa cifra? Creando marcas que ofrezcan mucho más que productos y servicios básicos y que vayan más allá de los beneficios emocionales: marcas con una verdadera visión social que inspiren a sus consumidores a cocrear y colaborar para resolver problemas sociales de una manera ingeniosa, creativa y optimista”.
Podéis leer “RSC: El nuevo papel social empresarial” en la web, o en el número 531 de la revista en papel publicada en julio de 2016.