Hospital de la Santa Creu i Sant Pau: un recorrido por la evolución de una de las instituciones sanitarias más antiguas

Para hoy un plan de aquellos que supone no solo una visita al presente sino también un interesante viaje al pasado. Un viaje que nos devuelve a la Barcelona modernista de principios del siglo XX y nos regala un apasionante recorrido por una época convulsa, en el marco incomparable del antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

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Aunque el espacio que hoy se conoce como Recinto Modernista de Sant Pau se puede visitar por libre, es altamente recomendable optar por una visita guiada que complementa el descubrimiento de la impresionante arquitectura de Domènech i Montaner con datos históricos e historias que ayudan a poner en contexto la creación y evolución de este recinto.

De esta manera, la visita se convierte en recorrido por la evolución de una de las instituciones sanitarias más antiguas de Europa. El inicio, un espacio de exposición en el antiguo Pabellón de la Administración: un vídeo, una mesa interactiva, fotografías antiguas y datos que muestran la importancia patrimonial y artística de Sant Pau, su evolución histórica y su aportación a la medicina.

En la introducción a la visita uno descubre que, como la mayoría de arquitectos modernistas, Domènech i Montaner era un avanzado a su época. Inspirado en los hospitales más modernos de Europa y partiendo de las ideas higienistas, diseñó un hospital organizado en pabellones aislados (48 en su proyecto inicial, de los que finalmente solo se acabaron construyendo 27), rodeados de jardines y conectados entre sí por una traba de túneles subterráneos.

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La visita continúa por uno de esos túneles, en las paredes del cual se ven proyectadas imágenes que representan la actividad que se realizaba en el Hospital. Desde ahí se accede a los jardines, y situados en el centro de éstos no puedes sino sorprenderte al observar el conjunto de edificaciones y la belleza de sus cúpulas, cubiertas, fachadas, esculturas, vidrieras… Aunque desde este ángulo y con las modificaciones introducidas a lo largo de los años quizás no se puede percibir del todo, Domènech i Montaner crea una planta alrededor de dos ejes, uno vertical y otro horizontal, que conforman una cruz patente, emblema del antiguo Hospital de la Santa Creu, un hospital medieval situado en el Raval.

Paseando por esos jardines se accede al Pabellón de Sant Rafael, donde se puede contemplar su interior recuperado tal y como fue concebido a principios del siglo XX (había sufrido algunas alteraciones a lo largo de la historia y de los cambios de concepto sobre la higiene. Por ejemplo, durante el franquismo se taparon todas las baldosas originales porque se consideraba que las juntas eran nicho de suciedad y gérmenes).

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Hay muchos más edificios en este entorno, pero la mayoría están ocupados actualmente por instituciones privadas como Casa Asia, el Instituto Forestal Europeo, la Global University Network for Innovation, laSede Permanente del Secretariado de la Global Water Operators’ Partnerships Alliance, la Oficina para el Fortalecimiento de los Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud,la oficina mundial del Programa de Perfiles de Ciudades Resilientes del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos y el Instituto sobre Globalización, Cultura y Movilidad de la Universidad de las Naciones Unidas. Todas instituciones de primer nivel sí, pero que ocupan pabellones que si estuvieran abiertos al público harían mucho más interesante la visita al Recinto Modernista de Sant Pau.

Entre esos edificios destaca, en la parte más alta, y fuera del área de visitas, el pabellón del Convento. Éste, con un estilo llamativamente diferente, fue obra de Pere Domènech i Roura, hijo de Domènech i Montaner, que se encargó de la ejecución de los trabajos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau después de la muerte de su padre. El edificio consta, en realidad, de tres espacios unidos: el central, dedicado en su origen al convento de las hermanas que atendían al hospital, el de la derecha, a la farmacia, y el de la izquierda, a las cocinas.

Su fachada se aleja del modernismo del conjunto y presenta un estilo barroco. En realidad, el de la antigua iglesia de Santa Marta, construida en 1733 por Carles Grau i que fue desmontada cuando se derribó la iglesia en 1090 para dejar espacio a la Vía Laietana y se trasladó y colocó en la puerta de la cocina del Hospital en 1928.

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(Apunte: Una buena idea para acabar la visita al Recinto Modernista de Sant Pau es pasarse por el antiguo convento, actualmente sede del Banco de Sangre y Tejidos, y aprovechar para donar sangre. Están abiertos de lunes a sábado y no hace falta pedir hora)

Volviendo a la visita, después del Pabellón de Sant Rafael, también se puede acceder al vestíbulo del Pabellón de la Administración (sorprende el contraste de color con las otras salas, más en tonos blancos y verdes acorde con pabellones destinados a enfermos que necesitan espacios que les aporten serenidad y tranquilidad. En cambio, en el vestíbulo del Pabellón de la Administración, abunda el rosa, según explica la guía, color que atrae el dinero…), la Sala Pau Gil y la Sala Domènech i Montaner, uno de los espacios nobles de mayor importancia artística del edificio.

Acaba el recorrido en el Pabellón de Sant Jordi, un espacio rehabilitado que actualmente acoge exposiciones temporales.

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Un poco de historia más allá de la visita

El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau tiene su origen en el Hospital de la Santa Creu (1401) que fue durante más de cinco siglos el gran hospital de la ciudad de Barcelona y su provincia. La actividad de caridad del Hospital iba más allá del cuidado de los enfermos, ya que hasta finales del siglo XIX también desarrollaba una importante tarea de acogida y formación de los niños huérfanos.

Además, tuvo una gran contribución a la evolución de la medicina, propiciando la creación del Real Colegio de Cirugía, precursor de la futura Facultad de Medicina. No obstante, el edificio gótico del Raval empieza  a manifestar síntomas de fatiga y, después de cinco siglos de actividad ininterrumpida, no podía responder al crecimiento de la ciudad de Barcelona y a los adelantos de la medicina.

En este contexto de expansión de la ciudad y con el legado de Pau Gil i Serra, banquero catalán que al morir, en 1896, dejó todo su dinero para la construcción de un nuevo hospital en Barcelona, que debía reunir las más avanzadas innovaciones desde el punto de vista tecnológico, arquitectónico y médico y que debía ser erigido bajo la advocación de Sant Pau.

Surge así el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, inaugurado por el rey Alfonso XIII en 1930 y declarado Monumento Histórico Artístico en 1978 y Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1997.

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