Barcelona vuelve a ser la capital del arte gracias a FAMA, que se instala en la ciudad condal del 17 al 21 de febrero en el Museo Marítimo de Drassanes”. Así se vende la 2ª edición de la Feria de Arte Moderno y Antiguo de Barcelona en las primeras líneas de su folleto. Yo no diría tanto, pero sí que trabaja por consolidarse y convertirse en un referente en el sector.
Para los no expertos, este es un buen lugar para ver piezas que no podríamos encontrar en ningún otro lugar, ya que la mayoría pertenecen a anticuarios o coleccionistas y pasarán a manos privadas que las expondrán en casas a las que solo unos pocos privilegiados tendrán acceso.
En el recorrido –que yo tuve la suerte de hacer junto a la gran apasionada del arte Montse Oliva– se pueden encontrar una treintena de expositores que muestran un millar de piezas de pintura, escultura, joyería, cerámica o piezas de arqueología. Un viaje a través del tiempo y del espacio que nos acerca mucho arte local pero también oriental, africano o precolombino.
Entre otras, destacan en el recorrido dibujos de Miró, obras de Tàpies, una flor de Gaudí que pasa medio desapercibida en una vitrina, monedas de valor arqueológico, litografías japonesas, muebles modernistas…
Lorenart, Tothsland o la alemana Kotobuki son algunas de las galerías que vuelven a exponer en FAMA por segundo año, por la que también han apostado nuevas como la portuguesa Manuel Arruba, que muestra una colección de espejos del siglo XVII. Destaca también como invitada especial la Fundación Mascort, una de las colecciones con más peso en el mundo de las artes decorativas, que exhibe piezas de los siglos XIV al XVIII que difícilmente pueden ser vistas por el público.
Puede ser una buena propuesta para acabar de cerrar los plantes de este fin de semana. Eso sí, teniendo en cuenta que el precio de la entrada son 10 euros.