Siguiendo en la línea del último post sobre «Las virtudes de la viralidad en la nueva economía», algunos apuntes interesantes que se quedaron fuera del artículo y que profundizan un poco más en como esta época de «contenidos virales» afecta también al propio periodismo y a sus modelos de negocio.
Para que este artículo fuera viral “sería mejor si el cuerpo del artículo fuera una lista, contuviese algún número en el titular y estuviera acompañado por un llamativo y escueto vídeo. Para que fuese compartido de forma exponencial y la curva de su existencia en la Red serpentease inesperadamente a lo largo del tiempo debería estar estratégicamente distribuido en Facebook”, explica Daniel Verdú en un artículo en El País, poniendo énfasis en algunos de los componentes que hacen que una noticia llame la atención y tenga números para ser compartida por los usuarios.
Insiste en el tema Delia Rodríguez, periodista del Huffington Post en una entrevista sobre el nuevo periodismo: “Subir un vídeo a Youtube que tenga millones de visitas es más difícil que ganar la lotería”. Y esto les obliga a todos a replantear el contenido y buscar transformarlo en historias que se quieran compartir y que, según un estudio del New York Times, son aquellas que conectan con las emociones del lector y sus ganas de compartir aquello que genera una impacto en él.
¿Cambia esto la forma en que entendemos el periodismo? Por supuesto, y los medios lo saben. Ahora lo importante ya no es solo leer la noticia, sino conseguir que ese lector la comparta. Y, ¿por qué algunas lo consiguen y otras no? La respuesta a esa pregunta es la que intentan encontrar muchos medios tradicionales que han seguido los pasos de pioneros y transgresores medios de comunicación como el estadounidense BuzzFeed, enfocado a compartir curiosidades, y empiezan a crear sus laboratorios de viralidad como BBC Trending (BBC) o Verne (El País).
Pero esto no solo cambia la edición y publicación de la noticia, sino también el punto de partida de la misma. Los eventos, conferencias o jornadas ya no se preparan pensando en los titulares del día después, sinó en los tuits que se van a lanzar en directo.
Por ello no se deja nada al azar y se estudia meticulosamente cada punto del discurso, se acortan las frases y se lanzan mensajes más directos que se puedan reproducir sin sufrir demasiadas variaciones en 140 caracteres.
Y teniendo en cuenta, por supuesto, el hashtag oficial, que contribuirá además a generar tendencias, posicionar temas en los rankings de “lo más hablado” y facilitará la monitorización a aquellos que están detrás de cualquier información.