Poniéndole fin a una batalla de una guerra no declarada. Un de esas que libras contigo misma y que no debería implicar a nadie más. Pero que te demuestra que tienes mucha gente cerca que te quiere y que no te va a dejar luchar sola. Familia y amigos de antes y de ahora, personitas que, aunque no se lo crean, se han convertido en imprescindibles y que te dan fuerzas y te recuerdan por qué vale la pena seguir luchando.