Otro año que se acaba. Aunque esta vez no pensaba hacer balance (hay demasiadas cosas que no quiero recordar), lo que ha pasado los últimos días me ha hecho reflexionar y recordar aquello de que si quieres algo tienes que ir a por ello, que ya no vale quedarse quieto y que existe un mundo lleno de posibilidades más allá de tu umbral de confianza.

Y en esta reflexión tiene mucho que ver la imagen con la que empieza este post y que me acompaña cada día en la oficina (gracias Elena y Belén por ese ¡Vive sin miedo!). El mensaje es muy claro: quedan mil cosas por hacer y por compartir y, entre ellas,, recuperar los sueños perdidos y luchar para alcanzarlos. La parte complicada es el qué y el cómo, pero ha llegado el momento de dejar de poner excusas y avanzar.

Lo único que espero para este 2013 es contar con los míos para recorrer ese camino y seguir conociendo gente con la que compartir todos esos momentos que hacen que, ahora, cuando echas la vista atrás, acabes pensando que probablemente el año no ha sido tan malo. Puedes tener todos los problemas del mundo en el trabajo, puedes sufrir por accidentes, puedes pasar por mil crisis existenciales, pero ellos siempre están ahí.

Y así te das cuenta que de este 2012 también hay muchas, muchísimas cosas que sí quieres recordar: empiezas un año brindando a los pies de la Puerta del Sol, recorres Portugal casi por sorpresa, alargas conversaciones durante horas intentando arreglar el mundo (o nuestro pequeño mundo), redescubres tu país al lado de gente extraordinaria, vives mil aventuras hacia el sur  y te enamoras del norte, conoces gente nueva extraordinaria y haces mil planes reales e irreales…

Un año más no puedo dejar de agradeceros a todos (vosotros sabéis quién sois) poder acabar este balance en positivo y pedir disculpas si a veces no he estado a la altura

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