Y esto suena a final de verano, a un adiós a las vacaciones, a la tranquilidad, a esos momentos de sol e historia compartidos. Y ahora toca un «hay que volver a empezar». Y aunque todo se ve mucho más fácil a miles de kilómetros de distancia, desconectada del mundo real, sin presiones y sin influencias de ningún tipo, es el momento de ponerse en serio y de cumplir con esas promesas hechas a una misma: organización, disciplina y superación. Porque de nuevo todo es cuestión de actitud: hay que sonreírle a la vida para que la vida te sonría…