Sé que no debería, que hay cosas que hay que dejar en el fondo del corazón y no volverlas a recuperar. Pero un día, por sorpresa y por equivocación, aparece su número en la lista del móvil. Y te das cuenta que nunca fuiste capaz de borrarlo. Ni del teléfono, ni de la lista de correos. Incluso conservas alguno de aquellos mails de tests absurdos que nos enviábamos a las tantas de la madrugada cuando se supone que teníamos que estar estudiando:
«Laura, q eres genial, k yo te kiero un monton, xk as demostrado estar siempre a mi lado, aun cuando soy una amiga pesima y casi ni se nota q lo soy. De verdad, eres fantástica, solo te falta desmelenarte un pokito»
Y no es la primera vez que vuelve a esta cabecita loca. Sarita sigue aquí de alguna manera. Y nunca me arrepentiré tanto de nada como de no haber llegado a tiempo de cambiar aquel final. O, al menos de decirte que yo también te quería (y te quiero) un montón.
Y nada ha vuelto a ser igual desde entonces. Porque en realidad no soy tan fuerte. Porque hay momentos y situaciones que marcan demasiado. Porque incluso te cambian hasta la manera de entender el mundo…