Popularmente se dice que la memoria de los peces no dura más de tres segundos, hasta el punto de que cuando queremos hacer referencia a alguien con mala memoria, decimos que este tienen memoria de pez (mira, como la mía…). Después de debatir varias veces sobre este tema, decidí buscar algo de info. Os paso un artículo interesante que he encontrado:
No es difícil encontrar por la red comentarios como este: “Por no tener memoria, murió un pez. Le eché tanto de comer que me lo cargué, por lo visto no recuerdan si han comido o tienen hambre”. Evidentemente, el motivo de su muerte no se debe a su falta de memoria y es descabellada esta afirmación.
Realmente esta falta de memoria está por demostrar, ya que estudios recientes hacen de esta teoría popular cuando menos dudosa.
La memoria desde un punto de vista neurológico, se entiende como un cambio estructural relativamente permanente en el sistema nervioso que permite que se produzcan una serie de conductas concretas, como la asimilación y asociación de sonidos, imágenes, emociones, etc.., con lo que podemos afirmar que los aprendizajes y la memoria son prácticamente iguales.
Si partimos de la base, de que el sistema nervioso de los peces es simple con respecto al de otros animales, seria fácil entender porque es menospreciado y seria mas fácil sustentar las afirmaciones de la corta memoria de los peces, pero realmente su sistema nervioso no es tan simple como se creía y esta ha sido la base de algunos estudios; como el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Liverpool, publicado en la revista científica digital www.newsnature.com y galardonado con el premio “Premium Plus Subscription”
En dicho estudio, el investigador Lynne Sneddon y su equipo, han realizado pruebas con truchas arco iris (Oncorhynchus mykiss), a las que se les plantearon algunas situaciones para comprobar su comportamiento.
Se somete a un grupo de peces a pruebas que pueden encontrar en su medio natural, comprobando que pueden llegar a tener distinta personalidad según el grado de asimilación, aprendizaje o memorización de las experiencias vividas por algunos individuos, ante distintos aspectos como una confrontación o una novedad.
Estas pruebas arrojaron conclusiones como que ser temeroso, reservado o arrogante, también es una condición de los peces. Ganar o perder, sortear trampas, encontrarse nuevos objetos o nuevas especies a su paso, son aspectos que influyen en futuras conductas de los peces.
Una trucha que ganaba varias peleas, tenía mucho más arrojo ante nuevas peleas o situaciones que los especímenes que perdían, estos se volvían mucho más precavidos, lo cual es síntoma de que sus experiencias quedaban retenidas en su sistema nervioso.
En pocas palabras, una trucha que ganaba una pelea ganaba confianza y valor. La investigación además indica que los peces, cambian de personalidad dependiendo de la situación vivida y estos cambios no eran momentáneos ni temporales.
Para leer el artículo completo: http://www.aquaciclidos.net/magazine/marzo307/page3.html