Philippe Halsman es uno de esos personajes de la historia de la fotografía que me dan cierta envidia. Ingeniero electrónico de formación y con una juventud un poco complicada –fue acusado de matar a su propio padre durante una caminata en el Tirol austríaco y sacado de ella unos dos años después gracias al apoyo de importantes intelectuales europeos como Albert Einstein, Thomas Mann y Sigmund Freud-, supo reinventarse a sí mismo y explotar el potencial creativo que llevaba dentro.
Con la respuesta que Serguéi Diáguilev, el fundador de los Ballets Rusos, dio a Jean Cocteau cuando este le preguntó qué había que hacer para poder colaborar con él, «¡Sorpréndeme!«, como bandera, Philippe Halsman se labró una carrera que se extendió durante más de cuatro décadas, primero en la París de los años 30 y después en Estados Unidos, dejando un legado de decenas de imágenes icónicas en el imaginario popular.
Y este legado es el que ahora recoge CaixaForum Barcelona, en una exposición producida por el Musée de l’Elysée de Lausana en colaboración con el Philippe Halsman Archive de Nueva York. La muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 6 de noviembre, cuenta con más de 300 obras entre las que destaca un numeroso grupo de piezas que no se habían expuesto hasta el momento como hojas de contacto, pruebas de impresión, fotomontajes originales, etc.
Una trayectoria llena de experimentación constante con el medio, de evolución en su técnica más personal, de contacto con numerosas personalidades de la época e, indudablemente, de miles de anécdotas que tuvimos la suerte de descubrir a través de una interesante visita comentada que nos fue guiando a través de las cuatro partes en las que se divide la exposición:
- Los años en París de Philippe Halsman sirven como introducción. Allí, gracias en parte a su amistad con Jean Painlevé, desarrolla una exhaustiva cultura visual, inspirado por las distintas técnicas y estéticas propias de la Nueva Visión y cultivando un rico y variado imaginario que bebía directamente del surrealismo.

- La segunda parte de la muestra está dedicada al retrato de famosos donde Halsman trabajaba poniendo extrema atención al detalle y buscando la naturalidad en la expresión. Le interesaban mucho los avances técnicos y poseía una impresionante colección de dispositivos. En la década de los sesenta empezó a aplicar el vocabulario publicitario y desarrolló efectos muy diversos para producir retratos que el lector era capaz de interpretar al instante.

- Las artes y los espectáculos eran la especialidad de Halsman y, por ello, se interesó mucho por la puesta en escena. Colaboró con proyectos de terceros en los que participaba tanto en el diseño de las imágenes como en la selección de escenarios originales y ángulos de la imagen. No obstante, fueron sus trabajos personales los que le permitieron seguir experimentando con el medio y posicionarse dentro de la fotografía contemporánea: el ‘picture book’, creado junto al actor francés Fernandel como nuevo producto editorial, y la ‘jumpology’.

- Y si el espectador pensaba que ya se había ‘sorprendido’ lo suficiente hasta este punto de la exposición, se quedará sin palabras para la última parte. Aquí encontramos un impresionante repertorio de fotografías y montajes desarrollados por Philippe Halsman junto a Salvador Dalí a lo largo de más de tres décadas: surrealismo en estado puro que mezcla un malabarismo multilingüe, un sentido del humor adolescente y una ironía mordaz.
