Y olvidó en qué momento se confió y creyó qué aquel era un camino seguro, que podía avanzar sin volver a caer en las trampas del destino, que no volvería a hacerle daño a su corazón. Y si ya era difícil gestionar que la cabeza fuera rumbo al norte y el corazón en sentido opuesto, lo era aún más intentar entender ese otro elemento que empezaba a dibujar líneas perpendiculares…