Aunque las tropas se marchen y el vencido se rinda, después de que las armas rasguen el silencio, hay un drama que nunca se acaba. Son los desaparecidos. Personas detenidas, secuestradas, miles de hombres y mujeres torturados hasta la muerte o asesinados de un único balazo. Sus cadáveres no están. Algunos fueron arrojados al mar, muchos otros están enterrados en fosas comunes. Sus familias los buscan sin descanso durante años, incluso décadas, esperando poner fin al duelo, anhelando recuperar a sus hijos, padres, esposos. A lo poco que quede de ellos…
Gervasio Sánchez en «Los ojos que atraviesan la memoria», de elmundo.es